Fiallo

EL NUEVO DIARIO
29 de Mayo de 1986


PLD: ESTRATEGIA ELECTORAL
Y ESTRATEGIA REVOLUCIONARIA


José Antinoe Fiallo Billini


El pasado 7 de abril concluíamos un trabajo que titulamos “
En la Coyuntura Electoral de 1986: Historia, Pueblo y Poder” y que fue publicado en la Revista “Estudios Sociales” que es una publicación del Centro de Investigación y Acción Social de la Compañía de Jesús, en su número 63 correspondiente a los meses Enero-Marzo de este año y que viera la luz el 24 de Abril próximo pasado. En dicho ensayo concluíamos lo siguiente. “De acuerdo al cuadro histórico y coyuntural podemos afirmar que quien tiene la primera posibilidad de rearticular una alianza de clases de resultados cuantitativos victoriosos en la coyuntura electoral es el balaguerismo, por lo menos al momento de escribirse este artículo, verificándose un repunte del boschismo, este último fenómeno responsable parcial de una previsible derrota majlutista”.

Para quien suscribe, la virtual “victoria electoral” del balaguerismo no fue sorpresa, y el ensayo aporta, desde el punto de vista histórico y coyuntural, toda la mecánica política y hegemónica de las fuerzas burguesas en un terreno en el cual son amos y señores, por experiencia, recursos materiales y resortes del poder capitalista.


La Definición de 1983

En este contexto no fue sorpresa tampoco, el resultado electoral del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en cuanto tercera posición y en relación también, a las proyecciones cuantitativas realizadas y que le otorgan por lo menos el doble de la votación de 1982. Por ello, es necesario abordar esta problemática para salirle al paso a las interpretaciones interesadas del grupo dirigente hegemónico en el PLD, que es a su vez su propia justificación; y por el otro lado, la interpretación, interesada también, y reaccionaria también, del llamado grupo de Rafael Alburquerque y el “peledeísmo histórico”.

Estos dos grupos, el hegemónico actual y el “alburquerquista” firmaron la sentencia liquidadora del peledeísmo en 1983, cuando aliados decidieron encaminar al PLD por la ruta de una estrategia electoral conservadora a ultranza, iniciando esa decisión de clase con la expulsión de un grupo de miembros del Comité Central y de direcciones medias y activistas a nivel nacional para limpiarle la cara de “izquierdista” al PLD.

El primer fracaso pues, de este grupo dirigente entre los cuales podemos destacar a Felucho Jiménez, Mildred Guzmán, Rafael Alburquerque, Casimiro Montilla, José Francisco Zapata, Lidio Cadet, Juan de la Cruz Buret y otros, con el apoyo de Juan Bosch, fue que decidieron ese camino oscuro y lanzaron por la borda toda la plataforma tan cacareada de la “
liberación nacional” y la política de la “línea de masas”, fundamentalmente los dos elementos más importantes en lo teórico-doctrinario y en la acción orgánica revolucionaria. Repetimos, ese grupo dirigente, hegemónico en 1983, abrió el camino de la liquidación y la capitulación para poder llegar al 1986 con una plataforma de confiabilidad a los ojos de la burguesía, de los ricos y el poder extranjero, es decir, yanqui.

Estuvieron, pues, por más de tres años armando toda una estrategia electoral a pesar de sus divergencias, que
llevó, progresivamente, al desmantelamiento ideológico y orgánico de lo más sano del PLD. Tomaron la ruta de los ricos criollos y extranjeros, para hoy, debemos reconocerlo, recoger los pingues beneficios de un resultado electoral desastroso, porque el objetivo de ese grupo dirigente era “obtener el poder” y en esa obsesión de clase metieron a bailar mucha gente del pueblo y fundamentalmente, muchos militantes y activistas que no estaban endrogados hasta ese momento de la coyuntura electoral.


El Fracaso y sus Vertientes

No es cierto que la baja votación peledeísta se deba a factores de último momento, como por ejemplo la contra-propaganda de los adversarios. No, el fracaso de la política electoral de 1986 se debe fundamentalmente a eso, a que descansaba en una estrategia electoral que fue triturada, tarde o temprano, por las leyes propias del sistema de lucha política capitalista dominicano, el cual se dispusieron a retar EN SU MISMO TERRENO Y CON SUS MISMAS REGLAS DEL JUEGO CONSTITUYÉNDOSE EN UNA FUERZA POLITICA DE TIPO PERREDEÍSTA, PERO MÁS “DECENTE”, MÁS “BUENA”

La raíz de la problemática actual, es pues, una consecuencia de la estrategia adoptada en el Segundo Congreso de 1983 y está cimentada, en lo orgánico, en la persecución de los revolucionarios peledeístas y en el asalto ilegal a la dirección del PLD en Enero de 1983 a partir de una campaña de calumnias, mentiras e infamias contra toda una capa de militantes y dirigentes abnegados, serios y revolucionarios.

En segundo lugar, pues, el fracaso tiene sus raíces en la
corrupción de la plataforma ideológica del partido y sus métodos de trabajo, en la medida en que, para implantar la estrategia liquidacionista del grupo hegemónico, hubo que violentar toda la tradición más sana de principios y acción de la organización. Y, sobre la mentira, la calumnia, la infamia, al desprestigio, concepciones ideológicas y orgánicas corrompidas, no se puede, no es posible construir resultados firmes y capaces de lidiar en cualesquiera coyunturaS frente a la capacidad de hegemonización de la burguesía. Y simplemente porque son prácticas burguesas al interior de la organización, que acercan la misma, la integran al sistema de dominación política.

En tercer lugar, e íntimamente ligado a los aspectos anteriores, sobre todo en su vertiente liquidadora, está, sin lugar a dudas,
el entierro del marxismo como método de análisis y de la práctica revolucionaria. La mejor muestra de ello es el estrepitoso fracaso de las predicciones electorales del grupo hegemónico enquistado en el Comité Político Central del PLD, que hoy se van por el suelo, y que no podrán ser ocultadas recurriendo a nuevas interpretaciones, entre ellas que lo que dijo “era táctico compañero, no podíamos decir que no vamos a ganar, en realidad nos fue muy bien, etc., etc.”, porque eso no se lo creerá nadie que los escuchó propalar el triunfalismo liquidador de la organización.


Evaluación y Perspectivas

Por esto último corresponde esperar, no tan solo un nuevo “catecismo” que interprete interesadamente el resultado electoral, sino fundamentalmente, impedir, como se hizo en 1982, la realización de una verdadera evaluación que parta de una relación efectiva entre el análisis concreto de la realidad concreta en un ambiente de libertad orgánica plena, sin la presencia hegemónica de la presión, la coerción y el autoritarismo del inepto grupo dirigente responsable del fracaso electoral peledeísta.

Y no se trata de evaluar lo cuantitativo, como por ejemplo si son 20 diputados, por ejemplo con 7 sindicaturas o 2 senadurías, y que “eso servirá para el futuro”, por ejemplo, para 1990. No.
De lo que se trata es de evaluar si valió o no la pena liquidar un partido, llevarlo desde la liberación nacional a administrar el estado capitalista para los ricos, de organismos de militantes revolucionarios a organismos que lo que esperan son cada cuatro años para meterse a campaña electoral ofreciendo lo que ofrecen los demás partidos del sistema. Lo que hay que evaluar es si la mayoría de este Comité Central, espúreo, ilegal e ilegítimo merece continuar dirigiendo al PLD, porque llegar a 1986 arrodillados a los ricos, proclamando la neutralidad yanqui, a pesar de que se sabe que no son neutrales en nada, repito, que lo que hay que evaluar es a ese grupo dirigente y sentarlos en el banquillo de la acusación política y condenarlos definitivamente.

Porque lectores, liquidar un partido que pudo jugar un papel importante para los de abajo, por 20 o más diputados, unos senadores y síndicos, para después hablar de que en 1990 nos irá mejor,
es simplemente una traición, y lo sostengo, políticamente, sobre todo después que tantos peledeístas serios, trabajadores y, lo más importante, revolucionarios, han sido expulsados bajo andanadas de calumnias e infamias. Y esto último, que he repetido en varias ocasiones hay que traerlo a colación precisamente ahora, cuando la actual dirección del PLD que inició un ciclo de liquidación partidaria, comienza a entrar, quiéranlo o no, en su fase de declinación política.

Y ese grupo dirigente hegemónico, que se ha mantenido allí por los recursos de la coerción y la violencia orgánicas, así como por la complacencia y la cobardía de otros, como consecuencia de su formación ideológica y política, debe pagar sus platos rotos para que todo aquel que dentro del PLD se haya dado cuenta de que
los procesos electorales son una mentira de clase, son multiplicaciones del sistema, pueda integrarse a una verdadera estrategia revolucionaria que se plantee, aunque sea duro, la necesidad de transformar el país a fondo.

No importa el tiempo que ello tome ni los sacrificios que ello depare a los decididos. La política revolucionaria no es una profesión para intelectuales, o para profesionales de pasar el tiempo haciendo algo, o para gente con mentalidad de oficina pública, porque esa gente lo que son es farsantes. Ahora es el momento que tienen todos los peledeístas no contaminados con la estrategia liquidadora del Tercer Comité Central para exigir un cambio de rumbo que debe comenzar con la renuncia de ese Comité Central, no ceder a la tentación de volver la vista a la fracción conservadora del “peledeísmo histórico”, vale decir, el grupo de Rafael Alburquerque. Una estrategia revolucionaria quiere creer que es necesario transitar por otro camino distinto al de estos cuatro años, en lo ideológico, político y orgánico, y eso incluye no hablar mentiras a la base del partido y al pueblo.