Fiallo

UN PASO ADELANTE:
PUNTO DE ENCUENTRO PARA REFLEXIONAR
Revista “Antes del Amanecer”. No. 1, 1998, Editora Buho.

Por José Antinoe Fiallo Billini

El pasado 13 de Octubre de 1998, participamos en una reunión donde discutimos algunas cuestiones referidas a la situación política nacional y a esta Revista que comienza a circular con este número.

Antecede a este artículo una especie de resumen del intercambio o diálogo que sostuvimos ese día y que puede presentar un panorama bastante fiel de ese diálogo y sus intenciones.

Se me solicitó, específicamente Fidelio Despradel, que ampliara un poco lo que allí sostuve, sobre todo en un cierto énfasis metodológico, es decir, de la Revista y el cómo hacer ciertos énfasis en la práctica: la Revista como un proceso dentro de un proceso mayor que debe ser activado.

Lo que a continuación escribí es una reflexión sobre el texto de mi intervención en esa reunión y la intención es provocar o continuar provocando la necesidad de pensar, sentir y actuar en un curso o vía alternativa.


1. UNA PRIMERA CONSIDERACIÓN

Llamo la atención de los lectores y las lectoras sobre la concepción del proceso que utilicé en mi razonaminto. No es una especie de curso, vía o secuencia preestablecida de manera absoluta, sino que, haciendo un esfuerzo por zarandear o remover una vieja visión, entiendo el proceso como un curso, vía o secuencia cuya dinámica es un desarrollo con muchas potencialidades y diversidades.

Al hacer énfasis en la reflexión, en el proceso, vale decir, en el creciente énfasis en construir autoconciencia de lo que se hace, por qué se hace, para qué se hace y donde nos lleva o encamina lo que se hace o hacemos, establecemos progresivamente una nueva relación social.

¿Cuál nueva relación social? Tenemos y somos realidades y sujetos (diversos sujetos); en las realidades estamos y somos los sujetos; así se hacen las relaciones sociales. De lo que se trata es de
potenciar en las realidades a los sujetos (agrupamientos, clases, organizaciones, instituciones, momentos, puntos de encuentros, entre otros y otras) para generar nuevas situaciones, nuevos acontecimientos, nuevas problemáticas.

Lo que llamé un curso de acción diferente es precisamente este elemento o aspecto de superar, zarandeándola, aquella vieja concepción de lo objetivo y lo subjetivo, donde lo objetivo, lo externo, la externalidad, existe como un condicionamiento absoluto o casi absoluto para la acción, la intervención, para su transformación.

Siempre existirá un horizonte mágico en el pensamiento humano (esta afirmación es para seguir zarandeándonos); de lo que se trata es de ampliar el horizonte del protagonismo de las fuerzas sociales, de los seres humanos, de sus posibilidades y alternativas de transformación. Se trata de juntar o asociar el horizonte empírico (el hacer cotidiano y su reflexión) con el horizonte más elaborado (puede ser el de buenos artesanos, el de científicos, el de teóricos o sistematizadotes, estrategas, etc.) para generar unas poderosas articulaciones sociales.


2. PEDAGOGÍA Y POLÍTICA

Por las razones anteriores, hablaba de un problema pedagógico-metodológico en relación a la Revista; a esta Revista. ¿Cómo puede expresar una pedagogía progresiva? Es decir, siempre ser un acontecimiento que sirva para estimular el crecimiento de sus lectores, para que éstos puedan estar en condiciones de poder transformarse en sujetos revolucionarios.

La pedagogía es un arte y sin entrar en una discusión teórica, sino en una lógica pragmática, esta debe ser incorporada a la política, para que la política (el lugar de lo público, de lo que atañe o concierne a la comunidad o sociedad) sea
un lugar y un hacer para crecer, para la iniciativa, la expresión o modo de vida libertaria, transformadora, revolucionaria.

Articular los horizontes del pensar, reflexionar y sentir supone una metodología pedagógica y política que permita asociar la diversidad de los sujetos portadores/as de esos horizontes y sus saberes. Y no se trataría de un grupo de iluminados que se enfrentan con una externalidad (realidad de opresión), conducen y guían y a veces tienen un guía, jefe o timonel.

Se trata ahora de una estrategia (un curso de acción) que siendo clarividente (porque piensa adecuadamente pero abriendo la conciencia al mundo) es también democratizadora radical de lo que debe ser hecho, de lo que se hace y de lo que se hará.

Si bien es cierto que en toda sociedad existen vanguardias (es decir, grupos adelantados, para decirlo de alguna manera), hoy se trata de una dinámica permanente de encuentros y reencuentros, de acercamientos y de permanente intención e intentos de que la mayoría pobre, explotada y oprimida sea actora, sujeto, protagonista.

La Revista puede y debe activar en ese sentido, en que cada día podamos tener una mayor cantidad y calidad de adelantos que no pretenden separarse o acentuar separaciones del grueso del pueblo llano, de las mayorías populares, de la sociedad abajo, no solo en sus dimensiones nacionales sino internacionales.
Porque una visión socialista, un pensar y sentir socialista, expresa una democratización radical (lo repito) y ello implica todo, es decir, la construcción del proceso en sí mismo, en sus códigos, es decir, todos y todas podemos, para todos y todas todo, sin privilegios, sin reconocimientos de ceder o entregar soberanías, nada para nadie en particular (repito, privilegios), ni siquiera para quienes nos decimos revolucionarias o revolucionarios (que esa condición sea privilegiada).


3. PALABRAS, GENERACIONES Y SUJETOS

La cuestión pedagógica-política implica, como cuestión relevante, lo que decimos y cómo lo decimos.

Debemos zarandear, estremeciéndonos, la manera en que nos comunicamos, en que pronunciamos nuestras palabras (orales y escritas). Hemos, por mucho tiempo, hablado y escrito con conceptos abstractos que implican o conllevan un conocimiento o saber elaborado implícito en aquellos que nos oyen o leen, y esto no puede continuar siendo así.

El pensamiento conceptual fue y es una excusa para la radicalidad o el radicalismo verbal de pequeños grupos de “adelantados”, y partía y parte del criterio o punto de vista de que sin esas palabras no somos revolucionarios. Se ha considerado que la “abstracción” y la proclamación de objetivos o metas finalistas son el hecho radical.

Lamentablemente para algunos y algunas, ello no es así. Cuando decía que
la radicalidad no está en los fines sino en los procedimientos que desarrollemos no quiero evadir el tener una cierta coherencia estratégica, ni un acercamiento a la posibilidad de un proyecto, ni a no recuperar el incorporar acervos filosóficos, teóricos y metodológicos de la tradición socialista revolucionaria.

Me refiero a que
debemos alterar los énfasis en la redefinición metodológica, en los componentes para construir democráticamente un nuevo curso de acción. ¿Cómo debemos hacer lo que hacer? Se me podrá decir que debemos hacer énfasis en lo que tenemos que hacer, pero resulta y viene a ser, que de lo que se trata es de hacer una transformación revolucionaria y de lo que discutimos, peleamos y reflexionamos es sobre un como, unas capacidades y unas habilidades. Y en ese sentido debemos hacer énfasis en una pragmática, en unas talantes (habilidades), en unas formas o maneras que nos ayudarán a darle identidad a lo que tenemos que hacer. Se trata de articular estrechamente el camino y ciertas metas o paradas o momentos a alcanzar para seguir.
Si la dinámica es estar siempre pegados, estrechamente ligados o vinculados al proceso en curso y ello implica reajustar la relación objetivo-subjetivo, externalidad-actor-protagonista-fines, y el cómo, estamos obligados, en el decir y escribir de nuestras palabras, a sintetizar adecuadamente herencia, tradición, aportes, hoy y posible mañana, como esfuerzo intergeneracional de una diversidad de sujetos sociales con potencialidades revolucionarias.

Al trastocar el discurso (o palabras maestras) conceptual y abstracto, por palabras de la cotidianidad (de lo que pasa o acontece en el día a día), del imaginario (de lo que se cree que pasó, pasa y pasará en los sujetos) estamos en mejores condiciones de contribuir a que la Revista sea
un activador o activadora en la realidad de aquello cuya activación es desencadenante o articulante.

Se me ocurre decir ahora, jóvenes y mujeres, para poner un ejemplo concreto.
Nuevas sensibilidades surgen subterráneamente en los jóvenes, sensibilidades que resumen o compendían esperanzas y frustraciones, dolores y alegrías, hastíos y renovaciones del quizás.

Mujeres solas, cabezas de hogares, planeadoras en lo cotidiano, trabajadoras, honestas, ahorradoras, responsables, dolidas, excluidas, desconsideradas, avanzando, cayendo y levantándose.

Sensibilidades y sacrificios, dos componentes de lo que no se ve en el fondo social, desde donde gritan, como decía José Martí, las “almas en pena” más desgarradas de la tierra.

La Revista puede expresar un pensar y un sentir (los Colombianos y Colombianas de la costa dicen “senti-pienso”)
y crear un puente intergeneracional e intersujetos si decidimos decir palabras significativas para ellos y ellas porque son de ellos y ellas, todo para ellos y ellas, nada para nosotros y nosotras: que lo que la Revista sea, lo sea por esa relación nueva con nuestro fondo social.


4. LA ACCIÓN POLÍTICA AUTÓNOMA

Por ello decía que lo importante es cómo hacer que la gente desarrolle su capacidad para la acción política autónoma.

Una publicación, entre ellas una Revista como esta, puede ser política y pedagógicamente correcta o adecuada, no cuando se autosatisface a sí misma sino
cuando se abandona o decide entregarse a unas urgencias que son vitales, no predominantemente intelectuales.

Esas urgencias vitales tienen
climas de iniciación o comienzos, pero de lo que se trata en la democratización socialista es de generar, también, climas o condiciones para iniciativas propias de los pobres, oprimidos, excluidos, marginados, de los que no son tomados en consideración o en cuenta. Y que esas iniciativas se expresen, como decimos, orgánicamente, que tomen cuerpo, se encarnen o expresen en sus propias formas o maneras de hacer la política, en poderes alternativos de sus intereses y sentires frente a la sociedad política (Estado, instituciones paraestatales y gobierno). La acción política autónoma popular es la verdadera sociedad civil (lo que atañe a todos, lo público, que no es estatal).

Pero no es que la acción política autónoma popular no querría producir un gobierno de ella. No. El esfuerzo es también en el sentido de que
mientras se estimula y activa la acción política autónoma popular ella vaya generando un poder social que genere autogobierno, autogestión, y por tanto, vayamos aprendiendo a gobernarnos todos y todas.

La proposición socialista es básicamente sociedad de todos y todas y su autogobierno, lo que justifica el énfasis en procedimientos de hacer lo que debemos hacer, y en ellos, cómo activar la acción política autónoma popular; autónoma de Estado y gobierno, pero también de partidos, aparatos y cachivaches tradicionales. La acción política autónoma popular es “full” (está llena, plena) de independencia, iniciativas, creatividad y combatividad.

Es bueno recordar algo ahora. El viejo y esclerótico pensamiento stalinista reprodujo la tesis de que “el capitalismo surgió de las entrañas del feudalismo”, pero que, en el caso del socialismo no sería lo mismo sino que este surgiría de una lucha política contra el orden capitalista, no desde sus entrañas, sino por contradicciones externas (la política cambiaría el orden social).

Debemos estremecer y derrocar esa herencia negativa, nefasta. El pensamiento marxista, socialista, planteó la hipótesis de que la acción, la organización, la organicidad de nuevas fuerzas sociales en las entrañas del capitalismo, era la advertencia, el anuncio primero de una nueva forma de organización social que tendrá como eje las clases trabajadoras.

La nueva sociedad se hace a partir del capitalismo, es y
son, las formas de agrupación, relación, articulación y producción que se reproducen en una lógica o manera de existir contraria al lucro, la explotación y la opresión. Una acción política autónoma popular podría ir en ese sentido, en el sentido de imprimirle un curso al proceso en el interior de contradicciones que existen y que también se crean y se profundizan desde el ser social por la acción y la conciencia revolucionaria.

No se trataría ya más de la “magia” revolucionaria, de la externalidad de lo político que cambia desde afuera; es lo político-social que hace su propuesta o proyecto, paso a paso, como reproducción solidaria, igualitaria, protectora y garantizadora de una democratización de la vida social y personal.


5. PUENTES; PUNTOS DE ENCUENTROS

Al comenzar mi intervención decía que cuando pretendemos muchas cosas fracasamos. ¿Por qué dije esto? Mi memoria está siempre condicionada, para estos casos, con aquel señalamiento de Antonio Gramsci-Carlos Mariátegui: pesimismo de la inteligencia-realidad; optimismo de la voluntad.

Estamos obligados, compelidos a tomar nota de las grandes dificultades para producir la creación de una acción popular alternativa, de que ésta vaya generando su fuerza de acción revolucionaria y su autonomía creativa.

Por lo tanto, se trata de una opción metodológica que requiere comenzar con mucha voluntad (optimismo) pero con una concepción flexible de los procesos y sin sobrecarga de nuevas magias frustratorias, porque ya no nos asiste el derecho a ello (esto es una imagen, porque evidentemente, el derecho a repetir y fracasar existe).

Una tendencia reflexiva radical es una intención de generar masas críticas, conglomerados o agrupamientos críticos, creativos y proposititos, no experimentos encorsetados, manipulados y sesgados por nostalgias ineficaces.

Una tendencia reflexiva radical, que no teme, como Martí, al apelativo radical (ir a la raíz), y que podría expresarse en esta Revista, es una acción de ascendencia y autoridad moral desde abajo (lo que se llama contrahegemonía). Es una lucha por crear un lugar moral y político de respeto, respetado y reconocido por ello en un país donde las élites burguesas (corporativas, partidarias y transnacionales) han construido una podredumbre capitalista consensuada, dialogada, transada y consentida por todos los poderes del “desorden” establecido” (palabras del francés Emmanuel Mounier).

Esta lucha debe ser y es, modesta, porque su impacto inicial debe ser ese y a partir de ese impacto inicial
un efecto multiplicador y por ello duradero, al ir tendiendo pequeños puentes, estimulando lugares donde los diversos sujetos reflexionen e intercambien. La Revista podría ser un instrumento de pedagogías de encuentros o de pedagogía del encuentro: oir lo que decimos, escuchar las palabras de los otros y las otras, intercambiar en las dificultades, decidir que podemos hacer alguna cosa, comunicar una experiencia, editar diálogos como el que encabeza este número.

Un tipo de proceso de acercarnos (como decía también en el diálogo) lentamente a llenarnos de confianza en algo que nos va saliendo bien, quizás no tan rápido como las urgencias y nuestras aspiraciones quieren, pues luego, los esfuerzos sencillos son después madurantes de unas velocidades inéditas, que aún quizás no vislumbremos todavía.

La Revista podrá expresar un tipo de clamor, una cierta sistematización de experiencias, unas proposiciones, una articulación al hoy difícil, unas premoniciones, avances o profecías del futuro, un aliento, un lugar donde ayudar a cocer, sasonar y servir algún alimento que podría ser más adecuado al fortalecimiento de la reflexión, al pensar, el sentir y el actuar revolucionarios.

Porque queremos existir sintiendo al campesino/a, al trabajador/a, al pobre o la pobre urbana que chiripea, de los jóvenes y las jóvenes desempleadas, artistas, maestros y maestras, la clase media agobiada, los pequeños y medianos productores estrangulados, discapacitados excluidos, envejecientes marginados, los ambientes desvastados y saqueados y sus ecologistas vilipendiados y asesinados.

Trataremos de sentirlos y desde allí pensaremos y actuaremos, junto a ellos y ellas, como se decía en algún momento antes, y lo repetimos hoy: “pensamiento y acción fundidos en arma contra la injusticia”.