Fiallo

La élite dominicana frente al futuro.
 
Durante los últimos días he estado reflexionando acerca de las tendencias globales y el futuro desde la perspectiva del liderazgo político de la República Dominicana. Estas son algunas de mis conclusiones y predicciones.

La agenda del futuro pasa por los siguientes temas: a) los avances tecnológicos, su impacto en la productividad, el empleo, el bienestar, la gobernabilidad, la esperanza de vida y las formas de relacionarse de los seres humanos; b) la escasez de recursos naturales, en especial de agua, energía y minerales; c) los cambios demográficos, particularmente en lo relativo a la creación de nuevos mercados, las migraciones internas y el aumento del poder de la clase media; d) el cambio climático, su impacto en el rediseño de la geografía y las estaciones del año, la agricultura, el cambio de conciencia frente a lo "verde" y los cambios en patrones de consumo; y e) la gobernabilidad democrática, con el impacto de las nuevas tecnologías que conectan a los ciudadanos, generan lazos sociales, elevan la transparencia y fortalecen la seguridad.
 
Así, aunque en las últimas décadas hemos avanzado en fortalecer el sistema democrático y se han implementado políticas sociales incluyentes para reducir la pobreza y la desigualdad, la República Dominicana aún no desarrolla la habilidad de definir una visión estratégica que le permita priorizar temas y construir los consecuentes consensos políticos.
 
Por el contrario, nuestras políticas usualmente están confinadas a lo coyuntural y en la esfera nacional, ignorando los escenarios globales y las experiencias de otros países. Hemos tenido una gran deficiencia en la estructuración de pensamiento a mediano y largo plazo en cuanto a los programas para aumentar la productividad, y las iniciativas que podrían mejorar la igualdad y la participación de la población.
 
Esta debilidad, junto a la evidente negativa de la élite dominante a reconocer la existencia de ciertos problemas estructurales, reduce la habilidad del Estado dominicano de reaccionar a eventos inesperados.
 
La necesidad de mejorar la visión a largo plazo es evidente cuando consideramos que hoy se genera la sensación de que vivimos permanentemente en crisis. Crisis fundadas en gran medida en esa ausencia de pensamiento estratégico e innovador de nuestra élite política y el desdén por la institucionalización de una burocracia competente.
 
Esa falta de visión de la élite dominicana actual amenaza con destruir la estabilidad del sistema político. A mí esto me parece preocupante, pero a la vez presenta una gran y excitante oportunidad.
 
Las crisis no dan espacio a pensar en el futuro y ocupan el tiempo y la energía mientras perduran. Entonces, como pasamos de una a otra, nos arropan permanentemente. En parte, es por esto que en el Estado dominicano poco se ha dedicado a pensar en el futuro.
 
El riesgo de lo anterior es que podríamos llegar a un punto de inflexión donde los problemas complejos del futuro desborden la poca capacidad de respuesta del Estado y desafíen el control de la élite actual sobre las estructuras sociales.
 
Este proceso evidenciará que lo que los dominicanos necesitamos son agentes de cambio que hablen por nosotros acerca del futuro, desde otra perspectiva y con otro lenguaje a como lo han hecho hasta ahora. Una nueva élite que haga a los dominicanos su principal prioridad y liberen las tomas de decisiones de intereses especiales, para concentrarse en tener planes que mitiguen o resuelvan los problemas del futuro.
 
De lo que se tratará es de que las acciones hablen por ellos, y no que de ellos hablen los medios de comunicación o los individuos que puedan capturar.
 
Como la élite actual en su mayoría ha optado por concentrarse en la agenda del pasado, es inexorable que la política dominicana pronto será guiada por otros.

Otros, que serán distintos. Otros, que darán el salto de la política incrementalista a la política disruptiva.
 
La tecnología, la ciencia, las estadísticas, la interacción con las redes globales, y la capacidad de repensar el mundo con inclusión, tolerancia, sin prejuicios y poniendo al ser humano como centro de las políticas públicas, harán posible lo que sus predecesores no.
 
Los problemas del futuro son inminentes pero los viejos y experimentados de la élite dominicana no parecen tener respuestas, energías ni posiciones definidas. Por momentos es entendible que sea así: ellos, biológicamente están supuestos a desaparecer antes porque ya están viejos. Sin embargo, es esta su mayor irresponsabilidad para con la historia y para con nosotros.
 
La nueva élite política utilizará formas de comunicación distintas, que le permitirán agregar preferencias y balancear las opciones, difundir la información que justifique sus actuaciones y todo en tiempo oportuno.
 
Esta generación se equivocará con decisión y rectificará con humildad, preferirá incluir antes que dividir y amar antes que odiar. Tolerará aún a los intolerantes y fomentará las condiciones para que los sectores que por falta de articulación no han tenido voz y participación, la tengan.
 
Así, entre otros, vislumbro que los medios de comunicación tradicionales, instrumentales para la élite actual, serán un frente opuesto a la nueva generación. Lucharán por preservar sus esquemas de control y poder, pero perderán, porque no habrá tantos recursos para mantenerles y al final, el fundamento honesto, justo, sincero y comprometido se ha de imponer a las formas autoritarias, clientelistas, intolerantes, injustas y oportunistas.
 
Lo ideal sería que exista una transición concertada y planificada de la envejeciente élite actual a la nueva élite, pero ya dije al inicio que esto no forma parte del acervo.
 
En cualquier caso, si la razón no se impone, lo terminará haciendo la naturaleza.
 
La gran crisis del sistema político se está gestando en el futuro, explotará en el presente y repercutirá incluso en el pasado. 
 
La generación emergente escucha, aprende y espera sin temor y con entusiasmo, sabiendo que le tocará reescribir la historia.… porque todo tiene su tiempo bajo el cielo.

21 Diciembre 2013.